Cuando recién culmina la esperada cumbre de la Tierra Río+20, cuyas conclusiones deberían presagiar el estado mundial del desarrollo sostenible de esta década, podemos decir que Chile tiene mucho potencial y oportunidades para construir un mundo más sostenible. Pero está claro que la necesidad de pasión, corazón y comunicación son fundamentales en esta titánica tarea.
Por Patricia Habit, Socia Directora Alkance Comunicaciones.
Hace 20 años, el ecólogo, oceanógrafo, científico, explorador, pero ante todo excelente comunicador francés, Jacques Cousteau, lograba emocionar y mover hasta la última fibra del cuerpo de políticos, empresarios, especialistas ambientales, miembros de ONG, entre mucho otros asistentes a la Cumbre de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo, Río-92, la primera cumbre de la Tierra.
Y lo hacía con potentes y sentidas palabras: “Qué tipo de vida les espera a estos nuevos habitantes, considerando que nueve de cada 10 personas nacen en el Tercer Mundo… Si nada se hiciera, a mediados del siglo XXI (2050) la presión de esa masa humana sobre el frágil ecosistema de la tierra será devastadora. De cada 10 árboles derribados, ocho caerán victimizados por el avance de las fronteras agrícolas, empujados por legiones de hambrientos del Tercer Mundo”.
Hoy, dos décadas después, cuando estas palabras se encuentran aún más vigentes y parecieran ser la crónica de una muerte anunciada, políticos, empresarios y una serie de actores ambientales, se han reunido en una nueva cumbre de Naciones Unidas: Río+20, la mayor conferencia de la ONU jamás realizada, con más de 50.000 participantes para buscar un acuerdo que garantice una transición hacia una economía verde, que ayude a preservar los recursos naturales del planeta y luche contra la pobreza.
Una convención cuyo eje central es la economía verde, y que se ha visto enfrentada hasta el día de su inauguración a una serie de críticas por parte de grupos ambientalistas, quienes han llamado a romper los paradigmas sobre cómo se debe enfrentar la crisis ecológica que atraviesa el planeta a causa de la explotación de recursos y la actividad industrial.
Y es que las cifras de la ONU no dejan de ser alarmantes, en especial las que se refieren a la demanda de alimento, la que se incrementaría en un 50% hacia el 2030, en tanto la de energía llegaría al 45%. Todo esto en un entorno de mayor desigualdad social, mayor escasez de agua y el consecuente calentamiento global.
Lo cierto es que más que certezas, Río+20 comienza sembrando una serie de dudas, tanto sobre su efectividad, como también sobre su practicidad y novedad en su relato. Imposible no recordar la advertencia del ex investigador de la Cepal, Roberto Gimaraes, quien asegura que esta cumbre “no producirá compromisos concretos para el desarrollo sustentable, sino sólo promesas”. Razones hay muchas, como por ejemplo, la falta de un líder con visión estratégica de futuro; que se trata de una reunión de revisión y no de decisiones, y que el proceso preparatorio a la cumbre, además de ser lento y frustrante, dejó fuera importantes contenidos como el clima y la biodiversidad. Ante estos antecedentes, el llamado a actuar se hace inminente, ya que “tarde o temprano pagaremos las consecuencias de la falta de responsabilidad social y ambiental”.
Pero, ¿qué pasa con la sustentabilidad que, a pesar de la evidencia, no logra movilizarnos hacia un cambio real y nos mantiene sumergidos en la evaluación y el discurso, pero no en la acción? Tal vez las palabras del profesor indio Debashis Chatterjee cobran hoy mayor sentido: “Creo firmemente que descubriremos el fuego por segunda vez en la historia de la civilización humana. Salvo que, esta vez, la chispa vendrá desde nuestro interior”. Surge, entonces, el valor y el poder de la comunicación como teoría del cuarto pilar, que tiene cada día mayor importancia como agente movilizador. Necesitamos de líderes, íconos, embajadores que con su pasión sean capaces de cambiar, de emocionar, de motivar y actuar. En definitiva, que logren comunicar para llegar primero al corazón de las personas y posteriormente a su razón.
Liderazgo natural
Los comunicadores son fundamentales para apoyar ese proceso de movilización de masas. Jacques Cousteau siempre será un referente, por haber sido un líder natural. Durante toda su vida, estuvo comprometido con una causa noble y todas sus acciones fueron coherentes con aquello.
Fue precisamente nuestra convicción sobre el poder transformador tan apasionado de Cousteau, lo que nos motivó a traer a Chile a su hijo menor, Pierre Yves, para homenajear a su padre a 100 años de su nacimiento, hace dos años, junto a revista “Poder & Negocios”. Básicamente, porque compartimos su visión sobre la necesidad de cambio y, en especial, de desarrollar un gran proyecto que logre involucrar y motivar a organismos nacionales y del mundo entero.
La tarea no está solamente en manos del gobierno, sino que también involucra a la comunidad y la sociedad civil. Las empresas, por su parte, también juegan un rol importante dentro del cambio, en especial cuando entendemos que ellas no trabajan al margen de las comunidades ni del planeta, y que, por lo tanto, cualquier modelo de gestión está inserto en un mundo interconectado. El trabajo en conjunto, las alianzas con metas concretas y casos de éxito dan el ejemplo de que podemos hacer de esto un ciclo virtuoso, convirtiendo a la comunicación en uno de los pilares de la sustentabilidad.
Aquellas compañías que en el balance contribuyan con más soluciones que problemas, serán más respetadas. Aquellas que logren explicar claramente los cambios por los que atraviesa el planeta y que hacen que la empresa deba adaptar sus ideas y sus líneas de negocio hacia una visión sostenible, serán confiables. Aquellas compañías que se ganen el respeto y la confianza, tendrán la lealtad del consumidor.
El gobierno tampoco puede quedarse atrás, y debe orquestar leyes, entregar incentivos, generar alianzas, duplicar buenas prácticas de países más avanzados, apoyar proyectos de valor, entre muchas iniciativas. ¿Cómo no va a resultar su hacemos esta interconexión con profesionalismo y total convicción?
Voluntades unidas es lo que requiere el cambio de conciencia, para luego modificar la conducta. Podemos tener un país sustentable y sostenible en el tiempo, depende sólo de nosotros. Todos podemos actuar y contribuir, basta enamorarse de la vida y del mundo que podemos dejarles a nuestros hijos y nietos.
Poco a poco las alianzas sean ido concretando: el Ministerio del Medio Ambiente, Fundación Chile, SCX, la Bolsa del Clima de Santiago, muchas ONG y otros, con quienes compartimos valores y estamos en la búsqueda de un gran proyecto comunicacional, tangible y potente, capaz de movilizar a los chilenos, a través de la emoción, para provocar un real cambio… Cousteau… ¡¡¡Cuánto te necesitamos!!!
Las críticas de Cousteau
Aunque suene algo paradpójico, Jacques Cousteau ya vaticinaba la falta de acciones reales tras su paso por Río-92. Así lo recuerda su hijo menor, Pierre Yves, quien, desde Francia, nos reflota las palabras de su padre, un año después de la cumbre: “¿Qué resultados concretos se adoptaron en Río? ¿Un programa revolucionario de las reformas que tanto se necesitan? ¡Por supuesto que no! Dos tímidos convenios firmados, acerca de la biodiversidad y el calentamiento global. Igual que un documento exagerado, la Agenda 21, fue criticada inmediatamente por la prensa con sarcasmo, todavía bajo la influencia de los lobbies industriales. Debemos abrir nuestros ojos, nuestros oídos, nuestros corazones, es urgente introducir, en la política internacional, un nuevo concepto: ¡El manejo de riesgos! Está gestión se inicia por la decisiones que deben eliminar todos los riesgos que tiene una oportunidad, incluso minutos, de amenazar con la supervivencia esencial de nuestra especie. Sin embargo, problemas graves como la contaminación, las sequías, el adelgazamiento de la capa de ozono, el calentamiento del planeta o la eliminación de las especies vivas se mantienen prácticamente inconsciente de la principal causa de todas las amenazas de nuestro planeta y que amenaza el futuro: la explosión demográfica”.
A pesar de esto, el hijo menor de Cousteau, quien estuvo en Chile transmitiendo el legado de su padre en 2010, hoy mantiene una visión más optimista, declarando que “veinte años más tarde, me gustaría poder decir que neustros líderes han escuchado este llamado de alarma y se actuó acorde y de manera responsable, para garantizar la sustentabilidad y la dignidad humana. Hoy día, para la Cumbre de Río+20, todo lo que puedo hacer es esperar que se abran los ojos a las emergencias que enfrentamos, antes que sea demasiado tarde”.